Con respecto al episodio citado del traslado de la talla de la Virgen de la Victoria a Sevilla para ser restaurada, el que fuera cronista oficial de la ciudad, Rafael Fernández de Castro, lo cita en su libro dedicado al Patronazgo de la Virgen de la Victoria:
“La Imagen de la Santísima Virgen de la Victoria, ocupa el centro del Camarín sobre alta peana artística de magníficos dorados, luciendo el bastón de mando que perteneció al inolvidable Alcalde de Melilla Ilmo. Sr. D. Cándido Lobera Girela.
En un dedo de la mano derecha lleva la Virgen un anillo de oro y piedras finas, ofrenda de un devoto, y un artístico centro de planta labrada, que acusa evidente antigüedad.
La venerable Orden Tercera Franciscana, en su propósito de que la Iglesia de la Purísima Concepción estuviera mejor conservada y mereciese la máxima veneración del pueblo católico de Melilla, hubo de dirigir en 4 de septiembre de 1930 al Sr. Presidente de la Junta Municipal D. Cándido Lobera, un razonado escrito interesando auxilio económico para restaurar la sagrada efigie de la Patrona de Melilla, obra antiquísima que, retocada por un artista mediocre, tan falto de elementos como de gusto, convirtió la imagen en una vulgar escultura carente de valor artístico.
Y señalaban en su escrito, que por muy poco precio podía ello llevarse a cabo según acababan de hacer, restaurándola en Sevilla, con la imagen de la Santísima Virgen del Rosario de esta misma Iglesia, que por hallarse abandonada en un desván durante muchos años, había perdido su mérito como obra de arte.
Atendiendo a la dicha demanda, acordó la Junta Municipal que el Arquitecto de la misma inspeccionara la santa Imagen de la Virgen de la Victoria, informando el Sr. Nieto en consecuencia, que la talla fue antiguamente restaurada con pésimo acierto, haciendo constar también que la artística peana basamento de la dicha imagen permanece, afortunadamente, en su primer estado.
Examinada la escultura por algunos decoradores sevillanos, pudieron comprobar que estaba repintada muy toscamente sobre el decorado primitivo, estimando necesario para mejores efectos dejar la efigie en madera y dorarla después con oro fino, decorándola al estilo propio, completando al mismo tiempo el sitial de la Virgen, que estaba falto de respaldo que un día tuvo, y que debía ser de muy pequeña altura, al objeto, sin duda, de que así destacara mejor su primera policromía.
Manifestaron igualmente, que el trono o peana presentaba incompletas sus talas, coincidiendo, además, en que tal pieza no había sido retocada de pintura como torpes manos hicieron con la imagen.
A virtud de dichos informes, la Junta Municipal acordó atender a la reparación, confiando la obra al notable artista sevillano D. Antonio Infante, siendo enviada la bella escultura a la Península, donde fue reparada.
En esta época se restauraron del mismo modo, en Sevilla, las antiguas imágenes de San Francisco de Asís y San José, encargándose los propios Padres Capuchinos de que fuera pagado su importe con el producto de las limosnas, que para tal fin recaudó la venerable Orden Tercera de San Francisco.
Vuelta a Melilla, una vez restaurada, la santa imagen de la Virgen de la Victoria, colocósela de nuevo en su Camarín del Altar mayor el día 8 de Septiembre de 1931. fecha en que fue bendecido el nuevo artístico retablo, oficiando el Rvdo. P. Fray Jesús de Pedro Abad, Superior de los Franciscanos, asistido de los Padres Capuchinos Fray Cristóbal de Úbeda y Fray José de Castro.
Cantóse la misa del Maestro Rabanillo, bajo la dirección musical de Fray Agustín de Antequera, y más tarde una Salve y Motete por un brillante Coro de la antigua Ciudad, compuesto de las señoritas de Morán, Aranda, Quiñonero, Olavarrieta, Mendoza y Valverde.
Corrió a cargo el sermón del Licenciado D. Rufino Caraballo, Catedrático del Instituto, y fue esta la primera vez que las Autoridades de Melilla dejaban de asistir oficialmente a los piadosos cultos en honor de la Virgen de la Victoria, Divina protectora de nuestra ciudad.”
También cita este episodio en el libro publicado por la Ciudad Autónoma de Melilla que recoge las memorias de Fray Felipe de Coín:
“La restauración de la imagen de la Virgen de la Victoria
Ponemos a continuación algunas relaciones de Fr. Felipe sobre su actuación personal, que reflejan bastante su modo de ser.
En septiembre de 1930 tuvo lugar la restauración de la devota imagen de la Virgen de la Victoria, Patrona de Melilla, por el artista sevillano D. Antonio Infante Reina, para lo que hubo que mandarla a Sevilla.
Esta restauración fue con motivo de la construcción de un nuevo retablo para el altar mayor de la iglesia de la Purísima, donde se venera la imagen.
Fue providencial que en este tiempo estuviera destinado en la Capilla de San José de Sevilla Fr. Felipe, que con sin igual brío y destreza, en consorcio con Dña. Mercedes Hidalgo, defendió la posesión de esta imagen, cuando, por el año 1918, corrió peligro de que se la llevaran para siempre al Sdo. Corazón.
Estuvo la imagen detenida en el muelle de Sevilla cosa de un mes por no decidirse a pagar las mil pesetas de aduana que costaba el pase, si este no venía garantizado por el Superior de Melilla o por el P. Provincial, como exigían en la aduana.
Como ni el P. Provincial, Juan Bta. de Ardales, ni ningún otro religioso, se prestaban a resolver el problema, no sabemos por qué, y el Superior de Melilla no era caso de que viniera, Fr. Felipe, con permiso de su superior, el P. Diego de Valencina, se presentó en la aduana acompañado del artista, D. Antonio Infante. Entraron en el despacho del jefe de aduana, quien, preguntándoles que deseaban, le respondieron que la imagen detenida en la aduana para restaurarla.
.Cuando el jefe les dijo que necesitaba la firma del superior de melilla, Fr. Felipe, sin inmutarse, dijo:
• “Yo soy”, ante el pasmo de D. Antonio, que no esperaba tal salida.
• “Muy bien, dijo el jefe, firme Vd. aquí”, y extendió tres pliegos ante él, en los que firmó: “Fr. Felipe de Coín, Superior de Melilla”.
• “Pueden Vds. recoger la imagen”, les dijo el jefe.
Al mes ya estaba la devota imagen en Melilla, sin haber pagado un céntimo de aduana.
Al día siguiente fue Fr. Felipe al taller de D. Antonio, y dando palmaditas en el hombro de la imagen delante de los oficiales dijo:
• “Mira, Niña, que no te vayas a Melilla sin mi, que de lo contrario perderemos las amistades”.
Fue un decir. Pero los oficiales quedaron asombrados ante aquella, para ellos, irreverente súplica y fueron con ello a D. Antonio, quien les dijo:
• “Callad que el Padre sabe lo que hace”.
Quedó el Padre Diego satisfecho de la gestión de Fr. Felipe, y procuró que no lo supiera el P. Bautista, si no, morenas las pasa el pobre hermano por haber usurpado el nombre del superior de Melilla. Pero Fr. Felipe introduce aquí un epikeya bastante razonable para justificar su proceder: alguien tenía que hacerlo. No atreviéndose ninguno, el más caracterizado era él, que había pasado tantos años en Melilla, la había salvado de que la llevasen de nuestra iglesia, la había adornada tantas veces y la quería tanto.
Después, Fr. Felipe, presintiendo su traslado a Melilla en breve plazo, no en vano había hecho la súplica a la Virgen, se agenció un pase salvoconducto gratuito del Capitán General D. Miguel Cabanellas, quien, masón y todo, estuvo atentísimo con el hermano, que tan bien y con tanto conocimiento le hablaba de Melilla, campo de acción del General durante muchos años.
Creyendo lo más oportuno y eficaz para su pronto traslado a Melilla, le enseñó al P. Bautista el pasaporte, y este se lo quitó, A los pocos días fue trasladado a Antequera, y dentro de no mucho llegó la orden de pasar destinado a Melilla, donde la necesidad le reclamaba.”
En la Memoria de la Coronación, de 1948 también se hace mención a la necesidad de restauración de la talla:
“En reunión celebrada por la Junta Ejecutiva, el Sr. Fernández de Castro, muy documentalmente informa a ésta sobre la necesidad de retocar la cara de la Sagrada Imagen de la Virgen, acordándose destinar de los fondos recaudados la cantidad necesaria para que sea llevada a efecto la propuesta hecha, dándose al Sr. Fernández de Castro, un amplio voto de confianza y el encargo de que se ponga en contacto con los artífices que se consideren convenientes para que se efectúe la restauración, aunque lo sea después de la festividad, habida cuenta de no disponer de tiempo material para efectuarlo con antelación”.
[Bibliografía: Sergio Ramírez González. El triunfo de la Melilla barroca. Arquitectura y Arte. Fundación Gaselec.2010
Hermanos Menores Capuchinos. Memorias de Fray Felipe de Coín sobre la fundación de los Capuchinos en Melilla. Ciudad Autónoma de Melilla.2012
Rafael Fernández de Castro. Resumen histórico del patronazgo deMaría Santísima de la Victoria Excelsa Patrona de Melilla y Breve historial de las antiguas iglesias y ermitas de la ciudad de Melilla (siglos XVI al XX)Tánger.1941
Memoria de la Coronación Canónica de Ntra. Sra. de la Victoria. Patrona de Melilla. 1948 ]