Esta obra de fortificación erigida en las postrimerías del siglo XVII como fuerte, sería transformada en baluarte durante el reinado de Carlos II.
Al menos hay tres obras en las que se hace mención a este baluarte. La primera de ellas es Cuadernos de Historia de Melilla, donde se recoge un artículo firmado por Antonio Bravo Nieto y Jesús Miguel Sáez Cazorla:
“El lamentable estado de deterioro que muestran los lienzos de murallas del recinto histórico que dan al Mantelete, ocasionado por los edificios abandonados o en ruinas, y solares con escombros y basuras, nos mueven a hablar del baluarte de San José Bajo, hoy día oculto en parte por uno de estos edificios ruinosos.
Definición de baluarte.-
Pero veamos primero que es un baluarte; de forma sencilla podemos definirlo como obra de fortificación destacada, en forma de pentágono, cuyos lados se llaman caras (A) y flancos (B), y que se halla unido a las cortinas (que son lienzos de murallas rectos) por la Gola (C).
En las caras y flancos se encuentran las troneras para la artillería y en los ángulos formados por la intersección de sus lados, están las garitas (D).
Antecedentes históricos.-
A finales del siglo XVII, el acoso que el soberano marroquí, Muley Ismail, ejerció sobre Melilla, hizo que peligrase su supervivencia como ciudad. La pérdida de los fuertes avanzados a la población (San Francisco, San Lorenzo, Santo Tomás de la Cantera, etc.) dejó a ésta indefensa; se contaba únicamente con los recintos de fortificación. De ahí, la primordial importancia que ésta va a revestir en su historia.
Es entonces cuando se replantean muchas ideas. La ciudad hasta entonces, (siglo XVII) seguía utilizando unos sistemas defensivos de tipo medieval con alguna evolución renacentista, a base de torreones y lienzos de muralla a los que se había dotado de explanadas para artillería.
Hay que tener en cuenta que por entonces, este sistema de fortificación estaba completamente desfasado en Europa y América, pues el amplio desarrollo de la artillería así lo había exigido, modificando paralelamente las defensa de todas las plazas fuertes.
El que en Melilla ésta se hubiese estancado, se debe a que la presión de Marruecos hasta entonces fue muy inconstante y sin grandes medios, por lo que no hizo falta adaptarse a las últimas técnicas constructivas. También hay que señalar que hasta fines del siglo XVII y principios del XVIII, los atacantes no constaban con piezas artilleras de envergadura, hecho realmente significativo, ( y que comenzará a producirse con los contactos mercantiles de Marruecos con países europeos, sobre todo Inglaterra).
Primeros intentos de construcción.-
Pero será ahora cuando el empuje marroquí se presenta como constante. Así el Gobernador D. Josef Frías, Maestre de Campo, desde 1675 a 1679 construye 355 varas (unos 297 metros) de muralla con torreones (todavía de tipo medieval) rodeando la Alafía o Plaza de Armas (que entonces ocupaba el 22 y 3º recinto actual).
Dentro de este lienzo, por la parte que da a la Marina, a partir de 1692, el Gobernador D. Antonio de Zúñiga y la Zerda, General de Artillería, comienza a construir de piedra y barro un fuerte de tipo cuadrangular sobre lo que antes era un torreón circular. Este fuerte al que se le llamó de San José, defendía los ataques del Río.
El Gobernador D. Domingo de la Canal lo continúa a partir de 1696, pues solo se habían hecho los lienzos, estando “en alberca” el interior, sin terraplenar, o sea hueco.
Construcción del baluarte.-
En abril de 1699 un temporal de levante lo arruinó por su poca consistencia. Hay que resaltar que en aquella época, el agua del mar, hoy más lejana, batía muy de cerca este fuerte.
Su importancia era tal, que Canal, mandó que se utilizara toda la madera de la Plaza para su afianzamiento, se arrancaron puertas y ventanas, utilizándose incluso las camas, siendo la del Gobernador la primera en desarmarse para el urgente fin defensivo.
Es entonces cuando adquiere la configuración de baluarte (como aparece en el plano de 1713), con su foso y mina de comunicación con la Plaza.
Pero ya en el plano de 1692 aparece una galería de minas periférica a las murallas, que ocupaba lo que hoy es la línea del tercer recinto. Domingo de la Canal lo que realmente realizó, fue comunicar ésta con la Plaza, reutilizando las galerías ya existentes.
A partir de 1721 se le debe dar una nueva reparación al mismo tiempo que se reedificaba toda la línea de fortificación externa (segundo y tercer recinto). Reutilizados en parte, las murallas, torreones, fuerte y Media Luna, se transforman en baluarte y cortinas, acordes (ahora si) con las últimas técnicas de construcción militar, representadas en Melilla por insignes Ingenieros como es el caso de D. Juan Martín Zermeño y que recogían las enseñanzas del insigne Vauban.
A partir de entonces pasa a formar parte de un frente abaluartado, en corona, junto con el de San Fernando y el irregular de Cinco Palabras, unidos por cortinas artilladas, las de San Bernabé y la doble de la Falsa Braga.
En su forma y disposición no ha variado desde entonces, pero si ha sufrido reparaciones obligadas por la acción del enemigo, inclemencias del tiempo e incluso el abandono. Y así vienen recogidas en interesantísimas memorias del Servicio Histórico Militar que ha recopilado e investigado nuestro amigo Francisco Saro.
De estas se desprende que el flanco y cara izquierda, adyacente a la cortina y Falsabraga que terminan en San Fernando, se encontraban en muy mal estado desde 1764, como lo recogen los ingenieros militares D. Juan Caballero y D. Segismundo Font, en sendas memorias.
Hoy día puede comprobarse como el flanco y caras derechos son de sillares bien labrados (parte oculta por la antigua Comisaria), mientras que los izquierdos presentan parcheos e hileras de piedra que pudieran ser posteriores, aunque sin variar su forma y aprovechando lo anterior, como se desprende de la cartografía existente (planos de 1722,1729, 1740 y 1761).
Al avanzar al llamado Cuarto Recinto la primera línea defensiva, el Baluarte de San José pasó a tener una finalidad artillera dominante en esta línea.
Durante el siglo XIX, solo es destacable el abandono y desidia que se cirnió sobre Melilla, quedándose ancladas todas las obras de fortificación. Y por tanto, igual suerte corrió el baluarte que nos ocupa.
Crecimiento de la ciudad.-
A finales del siglo pasado, la necesidad de construcción y el escaso espacio para tal fin, dio lugar a la creación de un barrio junto a las murallas, el Mantelete (1888).
Época de crecimiento urbano y de innegable importancia histórica, también lo fue de pocos miramientos para con el Patrimonio Histórico. Melilla volvía la espalda a la parte antigua y se volcaba en la construcción de una ciudad moderna.
En este contexto se enmarca la construcción por parte de la Junta de Arbitrios de dos edificios adosados al Baluarte de San José Bajo.
El primero, en 1898, fue Academia de Dibujo, siendo hoy solar propiedad municipal. El segundo, 1891, se dedicó a Comisaría de Policía y está en ruinas actualmente, siendo propiedad del Patrimonio del estado.
También hay que señalar la construcción de una pescadería en la cara y flanco izquierdo del baluarte, hoy ya desaparecida.