Conociendo nuestro patrimonio Puerta y foso de Santiago

Forma parte del denominado “Conjunto de Santiago” que está constituido por elementos de gran belleza que nos llevan a la Melilla Renacentista, a la Melilla de Carlos V, Rey-Emperador.

Visitarlo es viajar en el tiempo para situarnos en la primera mitad del siglo XVI, en la que grandes ingenieros llegados de la Corte trabajaron, diseñaron y fortificaron una ciudad que comenzaba a ser considerada como tal.

PUERTA DE SANTIAGO

Después de la reconstrucción de la Melilla española, llevada a cabo a partir de 1497 sobre las antiguas murallas de la Rusadir púnica y de la Melilla andalusí, la primera referencia que tenemos sobre una puerta de Tierra data de 1515. En ese mismo año se inició la construcción (o reconstrucción) de una línea de murallas con sus torreones que circunvalaba lo que actualmente es el Primer Recinto.

Será la materialización definitiva del repliegue de Melilla, a lo que hoy es Primer Recinto, llamado Villa Nueva (en contraposición a la Villa Vieja, Alafía o Plaza de Armas), el hecho que exija la concreción definitiva de una primera cerca de murallas con torreones, así como la de sus dos puertas fundamentales, correspondientes a los referidos frentes de Mar y Tierra.

Para proyectar todos estos trabajos Carlos I designó a varios ingenieros que estaban a su servicio, algunos de ellos venidos de Italia.

En 1527 encontramos en Melilla a Gabriel Tadino de Martinengo, artillero mayor. Entre las obras realizadas se sabe que “rectificó” dicha puerta pero no se conocen otras descripciones o datos que nos permitan saber algo sobre su morfología. Lo que si se puede afirmar con rotundidad es que la obra de Martinengo no era la puerta de Santiago, sino la actual puerta de Santa Ana.

Tal vez hizo algún dibujo que pudo servir de guía años después a Miguel de Perea, su lugarteniente (con el que había coincidido en Pamplona) quien llevó a cabo la parte principal del proyecto.

Antes que Perea fueron otros los que trabajaron en ello; en 1529 el capitán que controlaba las obras de fortificación era español, Juan Vallejo, que construyó el frente de murallas de la batería de las Puertas, situada actualmente bajo el edificio denominado Casa del Reloj. Finalmente, desde 1534, se ordenaba que otro ingeniero italiano revisara la construcción del perímetro de murallas, esta vez del frente de Mar: Miser Benedito de Rávena, que habría de supervisar todos los trabajos ejecutados por el maestro mayor de cantería, Sancho de Escalante.

La puerta de Tierra, tal y como la habían dejado Tadino de Martinengo y Juan Vallejo, ofrecía poca seguridad, porque sus bóvedas rectas estaban enfiladas desde el campo enemigo, siendo peligroso circular por ellas.

Después de Vallejo fue otro capitán, Francisco de Tejada (1540) quien participó en los trabajos de fortificación.

Habrá que esperar a un cambio en la política del Sultán de Fez, con la aparición de una nueva dinastía (la Saadita) mucho más interesada que la anterior en conquistar Melilla, para que los regentes María y Maximiliano de Austria tomasen la decisión de que “con toda diligencia, se acabe de fortificar Melilla, y que vaya a hazerlo persona que lo entienda bien, la qual sepa como esta proveída aquella plaza…”

Como consecuencia directa de ello, el ingeniero y artillero Miguel de Perea (que se había formado con Tadino de Martinengo) llega a Melilla y escribe una carta a los regentes el 21 de marzo de 1549 donde analiza todos los trabajos que debían hacerse en esta ciudad.

La puerta de Santiago quedaba flanqueada a su izquierda por el torreón llamado Mocho y a su derecha por la Casamata y constaba de una entrada en arco de medio punto adovelada sobre la cual se sitúa en escudo en cantería del Emperador Carlos.

Con respecto al foso excavado por Martinengo y Vallejo, que era de proporciones tan reducidas que era fácil de saltar, Perea quería que adquiriese tales dimensiones que resultara un obstáculo insalvable casi al nivel del mar. También proyectó que este foso el cual se estaba agrandando y profundizando (el de Santiago) englobase al mismo tiempo el foso del revellín”.

La traza original del conjunto de Santiago queda finalizado por tanto a mediados del siglo XVI.

FOSO Y PUENTE

Miguel de Perea excavó el foso de Santiago en las proporciones que hoy día pueden verse, pero este foso que en su momento fue fundamental para la defensa del Primer Recinto, pasó a segundo plano cuando se renuevan las fortificaciones del Segundo y Tercer Recintos, apareciendo en la documentación posterior como un espacio dedicado a huertas.

Estas reformas también afectaron al puente de comunicación entre la puerta y la Plaza de Armas. El puente en principio era de planta curva ya que se adoptaba a la funcionalidad de flanqueo de la casamata para no estorbar sus disparos. Sin embargo, debido a la presión de Muley Ismail, Toscano Brito a instancias del ingeniero Octavio Meni, hizo levadizo entre 1680 y 1682 parte del puente, por lo que suponemos que su primitivo mecanismo se había destruido.

El puente de trayecto curvo duró hasta finales del siglo XVII, fecha en la que se hizo recto, como está hoy día, aunque también recibe nuevas obras de reparación en el siglo XVIII.

La imagen actual del puente data de 1952, cuando se restauraba la puerta con un puente levadizo procedente del peñón de Vélez de la Gomera y se procedía a la demolición de barracas en su interior, rehaciéndose el arco y el escudo imperial.

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