Edificio de singular belleza erigido en 1911, en la calle Ejército Español, por Enrique Nieto.
Conozcamos su historia de la mano de Salvador Gallego Aranda, doctor en Historia del Arte y gran conocedor de la figura del arquitecto catalán:
“El «Casino Español», fundado en 1900, es la Sociedad Recreativa más antigua de la ciudad. En la subasta de solares del 15 de abril de 1910, va a ser adjudicado —el 182 del Barrio Reina Victoria— a D. Cristóbal Fábregas Fernández Delgado por la suma de 4.404’50 ptas., escriturándose a su nombre, el día 20 de junio, en la notaría del Licenciado D. Roberto Cano Flores.
Meses más tarde, será cuando aparezca como concesionario del citado solar el presidente del Casino Español D. Jaime Tur y Mary —a su vez Secretario de la Cámara Oficial de Comercio (1907-1911) y periodista, director de La Gaceta de Melilla—.
La primera referencia, de mediados de enero de 1911, es el anuncio dirigido a los contratistas de la localidad avisándoles de estar a su disposición, en Secretaría, los planos y pliegos de condiciones del nuevo edificio social.
[Efectivamente en El Telegrama del Rif de 14 de enero de 1911 aparecía publicada la nota siguiente:
“Casino Español
A los contratistas
Se participa a los contratistas de esta Plaza que en la Secretaría de esta Sociedad tienen a su disposición los planos y pliegos de condiciones a que han de ajustarse las obras para la construcción de un nuevo edificio social.
El plazo para la admisión de las proposiciones terminará, sin prórroga alguna, a las doce de la noche del día 25 del actual.- El Presidente, Jaime Tur.”
Anulado el citado concurso se convocará nuevamente, a principios del mes siguiente, dando como plazo hasta las 12 h. de la noche del día 15 del mismo mes. La Junta Directiva decidirá, un día después, adjudicar la obra a D. Gregorio Aldudo —al ser la oferta más ventajosa—, estando prevista su conclusión en un periodo de seis meses.
Con fecha 21 de abril se autorizará el proyecto, examinado por el ingeniero de la Junta de Arbitrios D. José de la Gándara, que desarrollará sobre una superficie de 315 m2 (18 m. por 17’50 m.) un edificio de planta baja y principal.
Los planos del Sr. Nieto en esta ocasión ofrecerán una novedad importante al facilitar dos soluciones, a elegir una, para los remates de los cuerpos laterales —hoy desaparecidos—. Desconociendo la opción o variante final, por lo demás, el actual inmueble responde fielmente en la fachada de su dos primeras plantas al diseño original.
Así, los tres vanos del cuerpo central de su planta baja, de medio punto (derivados en su rosca moldurada), quedarán enlazados con los laterales —de igual trazado— por su línea de imposta.
Si bien estos últimos, enmarcados a modo de pilastras cajeadas, desarrollarán en sus albanegas la orla tipográfica que, ubicada en la clave, contiene las iniciales de la sociedad recreativa. Por la puerta de la derecha se accedía al vestíbulo, por la izquierda a la Sala de tresillo y, entre ellas, el Salón Café.
La planta principal será mucho más unitaria por medio de los frontones curvos, cuyo centro adintelado alberga las citadas iniciales e incluyen, en sus tímpanos, guirnaldas y festones con cintas ondulantes que los rompen en su cenit y quieren ser continuación, en sus extremos, de los lazos con tulipanes encintados.
En su interior, se estableció, colindante con toda la línea de fachada —con balcones de fábrica en los extremos y unidos por forja curva los centrales—, la Sala de Fiestas que, por tres puertas, accedía a la: Sala de Juntas, Galerías —alrededor del patio central— y, por su derecha, a la caja
de escalera.
La primera ampliación del Casino, traza también del Sr. Nieto, tendrá lugar el 27 de febrero de 1917, aumentando en dos el número de salones —cuyo mobiliario saldrá a concurso (adquiridos a «La Reconquista »)— y dando salida a la sede por la calle Alfonso XIII —Avda. Juan Carlos I—.
Las obras, dirigidas por el maestro de obras D. Juan Sánchez, y cuya decoración correrá a cargo de los maestros Sres. Vergés —decorador— y López —pintor—, serán inauguradas el 7 de junio del mismo año.
Posteriores reformas se darán cita en el citado inmueble, bajo la rúbrica del arquitecto: columnas (septiembre-1919), mampara de acceso, planta principal y alta (mayo-1921), cambio (julio 1921) del sitio de emplazamiento de dos columnas superpuestas y construir el hall a la altura del primer hollado (sic) y planta de nuevo piso (julio-1924) con vanos independizados, rematados por frontones curvos partidos por volutas que desarrollan en su tímpano, rompiendo su entablamento, follajes expandidos desde sus cartelas de «C» enfrentadas.
El inmueble se remata con una balaustrada de fábrica sobre un entablamento denticulado —asimismo con ovas y dardos— que, rompiendo su perfil apaisado en sus extremos, da paso a dos remates almenados donde aparece la composición más lineal y esquemática: discos inscritos en cuadrados y líneas con pinjantes florales intercalados.
Muy interesante es, en su interior, el mobiliario de la biblioteca —de estilo secesión—, el festoneado floral de sus salones y el capitel corintio de sus columnas —en el Salón de Billar-Cafetería-Bingo, luego restaurante «Don Vito» hasta el establecimiento de la marca «Springfield»— las molduras del plafón de su vestíbulo, con estilizaciones vegetales sinuosas, el gran espejo dorado al final del primer tramo de la escalera de honor —entrada por Ejército Español
(antes, Canalejas)—, y las efigies femeninas modernistas ubicadas en el intradós de su cancel curvo de fábrica —visibles hoy por lo que era su acceso por la Avenida (hoy, «Comercial Jaime»).
Es uno de los pocos casos donde el estilo modernista, floral-volumétrico, seguirá predominando sobre su vertiente geométrica.”
En su obra La construcción de una ciudad europea en el contexto norteafricano el cronista oficial de la ciudad, Antonio Bravo Nieto dedica unas líneas a este edificio:
“Tal vez el club de más antigüedad en la ciudad fue el Casino Español, centro recreativo de la alta sociedad melillense que contó con varias instalaciones previas hasta situarse definitivamente en un edificio de su propiedad ubicado en un solar del ensanche central, con proyecto de Enrique Nieto de 1910-1911, que fue ampliado por el mismo arquitecto en 1917 y vuelto a ampliar en 1924; este casino presentaba diversas salas de reunión, un amplio salón, y otras estancias destinadas a albergar diferentes actividades relacionadas con el club, mostrando algunos espacios realmente lujosos y refinados.”
El mismo autor hace mención en nuestra arquitectura a los remates curvos y ondulantes con óculos que aunque no son muy abundantes en la ciudad es cierto que existen algunos ejemplos y cita:
“Esta línea fue seguida en sus primeros años melillenses por Enrique Nieto, como el proyecto de Casino Español (1910-1911), con fachada de dos cuerpos laterales donde incluso llegaba a presentar dos posibilidades de remate diferentes para que el propietario eligiera una de ellas: una era un frontón curo con óvalo en su interior y el otro era más bien un arco compartimentado con visera curva; los enmarques de vanos eran ya ostensiblemente florales, destacando sobre un bajo más sobrio y clásico de arcos de medio punto.”
Una institución, el Casino Español, de gran raigambre en la ciudad cuya historia da comienzo en los últimos años del siglo XIX. Miguel Gómez Bernardi hace mención a ella en El Periódico Melillense:
“Todo comenzó el 13 de noviembre de 1898, cuando se constituyó en Melilla “la Vieja” una de las primeras iniciativas de la civil, el Círculo Mercantil, que se ubicó inicialmente en el Torreón de las Cabras, donde permaneció poco tiempo hasta que se trasladó a calle Alta.
Posteriormente los socios de esta pequeña sociedad con el crecimiento de la ciudad, tras la expansión extramuros hacia el llano, creyeron conveniente comprar un solar en la entonces calle Canalejas, hoy Ejército Español y construir un edificio de una planta que vio la luz en 1904y donde se ubica desde entonces el Casino Español.
Fue una iniciativa de Pablo Vallescá (que fundó también la Cámara de Comercio) y otros influyentes ciudadanos de entonces, quienes para llevar a cabo la operación, emitieron doscientas cincuenta obligaciones de 250 pesetas para sufragar la compra del solar (30.000 pesetas) y la construcción del edificio por una cantidad total de 48.000 pesetas.
En esos años, según recuerda Levy [Alberto Levy, presidente del Casino Español] el periodismo tuvo un papel predominante en las actividades del recién creado casino y entre las personas de esa época destacan las figuras de Jaime Tur, que fue corresponsal de “ABC”, “El Globo” y que fundó “La Gaceta de Melilla”, o Cándido Lobera que tuvo varios cargos oficiales y pasó a la historia por participar en la fundación de varias instituciones y principalmente por poner en marcha el periódico “El Telegrama del Rif”.
El periodismo estuvo entonces muy arraigado entonces en la entidad, quizás por el alto número de periodistas que había en la ciudad con motivo de las campañas bélicas y el centro era el ateneo local, el foco de cultura y de tertulias por excelencia.
De hecho, allí se recibía con periodicidad publicaciones extranjeras, tales como la “Ilustration” de Paris, o el “London News” así como publicaciones nacionales como “El Mundo Gráfico”, “La Esfera”…
Tal fue el auge en el número de socios y actividades que en la década de los veinte tuvieron que diseñar la ampliación en altura y se dotó de una planta más al edificio, así se ha mantenido hasta el día de hoy.
Enrique Nieto fue el arquitecto encargado de realizar la obra en 1924.
Durante la Guerra Civil se intentó, de algún modo, acabar con el Casino, que había sido lugar de encuentros y tertulias políticas durante la II República, forzando el pago del crédito hipotecario que tenía suscrito la entidad, pero gracias a la actividad de la junta directiva de entonces que de su propio capital aportó el dinero necesario para sufragar la deuda, la sociedad pudo sobrevivir, a pesar de las carencias que se vivían en aquellos años.
Durante el franquismo el Casino Español continuo siendo foco de actividades para la sociedad civil en una ciudad de claras connotaciones castrenses. En sus salones se celebraban campeonatos de dominó, ajedrez, billar… así como se mantenían tertulias y otras reuniones en una época en la que el asociacionismo era bastante controlado por el régimen.
Queda en el recuerdo como destacable manifestación lúdica los carnavales que allí se celebraban mientras que, en otros lugares, estaban prohibidos.”
[Bibliografía: Salvador Gallego Aranda. Enrique Nieto. Un paseo por su arquitectura. Fundación Melilla Ciudad Monumental.2010
Antonio Bravo Nieto. La construcción de una ciudad europea en el contexto norteafricano. Universidad de Málaga.1996
Miguel Gómez Bernardi. El Casino Español, con 109 años de existencia, en busca de una posición en la sociedad melillense. El Periódico Melillense.2007. ]