Esta talla anónima del siglo XVIII representa la imagen de Santa Rita, considerada como una de las santas más populares de la Iglesia Católica.
Margherita Lotti nació en Roccaporena en 1381 y falleció en Cascia (Casia) en 1457. Quiza su nombre sea una abreviatura del de bautismo.
Aunque su deseo, desde niña, fue profesar como religiosa tuvo que esperar a quedar viuda y posteriormente, tras superar algún que otro obstáculo, logró ingresar en el monasterio de las agustinas de Santa María Magdalena de Cascia.
Lo más llamativo de su iconografía son las representaciones de los estigmas de Cristo que según cuenta la tradición recibió en 1428. Las marcas de los clavos en las manos y una gran astilla de madera clavada en el hueso de la frente (corona de espinas).
Para conocer los datos sobre esta talla acudimos al doctor en Historia del Arte, Sergio Ramírez González:
“Pero no solo la Orden fransciscana dejaría su huella y proyección particular en Melilla en forma de obra de arte escultórica. La presencia transitoria en la ciudad de frailes de otras Religiones mendicantes resultó definitiva a la hora de conformar los programas iconográficos y decorativos de los retablos en sus piezas secundarias.
Especialmente significativo sería el caso del antiguo altar de la Virgen de la Soledad, cuya “máquina” lignaria alberga dos tallas de tamaña reducido en sus calles laterales realizadas ex profeso por un mismo autor y similar cronología, esto es, en talleres malagueños y fechas que oscilan entre 1770 y 1780.
Nos referimos a las imágenes de San Agustín de Hipona y Santa Rita de Casia, a fin de cuentas los dos personajes de la Orden agustina con mayor atracción devocional de cara al pueblo, el primero en calidad de fundador y Padre de la Iglesia, el segundo por ser modelo de mujer cristiana en sus estados de doncella, viuda y religiosa.
Ambas esculturas redundan en cánones corporales ciertamente alargados continuando con la tendencia ya expuesta de las peanas, a integrar por placas recortadas de considerable estilización.
Rigidez, frontalismo e inexpresividad caracterizan en líneas generales a una spiezas de sintético resultado, que, sin embargo, cumplen a la perfección con su fervoroso cometido en función del simbolismo que encierran sus peculiares atributos.
Atendiendo a su más célebre representación Santa Rita de Casia se muestra ataviada con el hábito negro agustino ceñido a la cintura, el cual se dota de un cinturón enaltecido mediante la aplicación de pan de oro.
El misticismo que rezume el rostro de la santa- ajunstado a la toca blanca bajo el velo negro- concuerda con el estado contemplativo común a su trayectoria religiosa, ejemplificado en el episodio de la meditación sobre la Pasión de Cristo al experimentar en sus carnes el dolor del martirio.
Es, por ello, que- como el caso de la escultura melillense- sus atributos distintivos sean el crucifijo que porta en las manos y la herida sangrante con la espira de la corona de Jesús que se clava en su frente. “
Enrique Moya Casals en su obra Melilla Piadosa y Tradicional, hace breve mención a esta imagen:
“Sigue, finalmente, el retablo de Nuestra Señora de los Dolores. Esta hermosa Imagen es de las llamadas de vestir, y durante la Semana Santa en unión de la del Señor Nazareno, reciben una gran veneración de los fieles.
En los intercolumnios vemos una escultura de Santa Ana, bajo doselete y otra de Santa Rita de Casia.”
También hace alusión a esta talla en su libro dedicado al Patronazgo de la Virgen de la Victoria el que fuera cronista oficial de la ciudad, Rafael Fernández de Castro y Pedrera cuando está describiendo el Altar de la Virgen de la Soledad:
“En el tímpano del frontón se abre otra hornacina de menor tamaño, en la que recibe culto una imagen de San Francisco de Paula, Fundador de los Mínimos, y de la Venerable Orden Tercera Franciscana.
Dos repisas doseladas, a ambos lados del nicho central, contienen unas lindas imágenes de Santa Ana, Madre de la Santísima Virgen María, y de la Milagrosa Santa Rita de Casia, “Abogada de los imposibles”, como la titula el vulgo cristiano.”
[Bibliografía: Sergiro Ramírez González. El triunfo de la Melilla Barroca. Arquitectura y Arte. Fundación Gaselec.2013
Enrique Moya Casals. Melilla Piadosa y Tradicional. Melilla, 1954.
Rafael Fernández de Castro y Pedrera. Resumen del Patronazgo de María Santísima de la Victoria. Tánger, 1941.]