Melilla, a pesar de pertenecer a la Corona española desde 1556 no contó con escudo oficial hasta el siglo XX. En enero de 1913 el entonces presidente de la Junta de Arbitrios, Francisco Gómez Jordana se dirigió a la Casa Ducal de Medina Sidonia, representada por Joaquín Álvarez de Toledo Caro, XIX duque de Medina Sidonia, con el deseo de obtener autorización para dar comienzo a las gestiones con el Gobierno de la nación a fin de que la ciudad pudiera ostentar como propio el escudo de esta Casa Ducal a la cual estaba ligada oficial y sentimentalmente desde casi cinco siglos atrás.
Así mediante Real Decreto otorgado el 11 de marzo de 1913, el rey Alfonso XIII -siendo presidente del Consejo de Gobierno, Álvaro de Figueroa, conde de Romanones- accedió a la petición formulada por el pueblo melillense:
“Queriendo dar prueba de Mi Real aprecio a la Plaza de Melilla, y en atención a los próceres de la Casa ducal de Medina Sidonia que fueron los que organizaron la expedición que dio por resultado la conquista de la misma, de la que se titularon Capitanes Generales, y de acuerdo con mi Consejo de Ministros.
Vengo en conceder a la Plaza de Melilla el uso del escudo oficial de la Casa ducal de Medina Sidonia”.
En abril del mismo año se recibió un atento escrito del Duque en el que agradecía el honroso gesto de la Junta de Arbitrios recordando de este modo las glorias de sus antepasados, a la vez que deseaba toda clase de prosperidad a la Ciudad.
Este escudo fue ratificado en la ley orgánica 2/1995 de 13 de marzo, del Estatuto de Autonomía de Melilla; en el artículo 3, apartado 2 dice: “El escudo de Melilla es el tradicional de la ciudad”.
Con fecha 27 de marzo de 2007 se publica en el BOME nº 4385 el Reglamento de Protocolo y Ceremonial de la Ciudad Autónoma de Melilla. En el capítulo dedicado a los Títulos, Símbolos y sus usos, y más concretamente el artículo 3, detalla de manera pormenorizada como debe ser el escudo:
“El Escudo oficial de la Ciudad es el de la Casa de Medina Sidonia. Tiene Corona Ducal que señorea Guzmán el Bueno en actitud de lanzar un puñal desde el castillo de Tarifa. Lo sostienen dos columnas del estrecho de Hércules, con la inscripción “Non Plus Ultra”. Incluye asimismo, armas sobre campo de azur, dos calderas jaqueladas en oro y gules, gringoladas de siete serpientes en sinople, puestas al palo, bordadura de las Armas Reales de Castilla y León, de nueve piezas de gules, con castillos de oro, alternadas, con nueve piezas de plata con leones de gules.
También lleva divisa en la parte superior, detrás del castillo de Tarifa, una cinta alada con la leyenda“ Praeferre Patriam Liberis Parentem Decet” (Conviene anteponer la Patria a la familia), y al pie del Escudo, pero fuera de él, un dragón en sinople.
Origen del linaje de los Guzmán
Es considerado como uno de los más antiguos e ilustres de España. Su origen podía datarse entre los siglos IX y X. Historiadores y genealogistas no se ponen acuerdo sobre el lugar de procedencia; bien podría estar en León o en Burgos.
Para algunos estudiosos el apellido Guzmán procede de Alemania y para otros del conde Gundemaro Pinioliz o Pinoliz, natural de las montañas de Asturias.
La ascendencia por línea de varón se remonta hasta el rey Ordoño I de León, quién murió el 27 de mayo de 866; casado con doña Munia, dejó tres hijos.
En lo concerniente a la línea femenina figura el conde Alonso de Braga, que tuvo el gobierno de Braga por los reyes de Asturias, siendo natural de aquella provincia, dejando a su muerte varios hijos.
Los miembros de este linaje descienden directamente de Alonso Pérez de Guzmán, llamado “el Bueno”. Hijo bastardo de Pedro de Guzmán, Adelantado Mayor de Andalucía y de Teresa Ruiz de Castro.
Nació en León el 24 de enero de 1256 y se ha dicho de él que fue uno de los caballeros más notables de su época. Ricohombre de Castilla, primer Señor de Sanlúcar de Barrameda, Rota, Puerto de Santa María, Medina Sidonia y Ayamonte, Adelantado Mayor de Andalucía y Alcalde de la fortaleza de Tarifa.
A la edad de veinte años, Alonso luchaba en Jaén a las órdenes de Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya. La suerte le sonríe ya que al apresar al jefe berberisco, Aben-Comat, privado del rey de Fez, se aceleró la tregua castellano-merini. Durante los festejos que tienen lugar para celebrar este acontecimiento se produce un enfrentamiento entre don Alonso y su hermanastro, el cual receloso de la fama de éste, publica su bastardía ante el propio rey Alfonso X.
Sintiéndose avergonzado y herido en lo más profundo, decide autoexiliarse, partiendo hacia Algeciras donde se encontró con el merini Abu Yusuf y le ofreció su servicio; éste lo acepta y juntos pasan a África, donde luchó con bravura hasta lograr la fama suficiente para convertirse en uno de sus favoritos.
Su posición le valió obtener la libertad de los cautivos cristianos que había en Marruecos con el pretexto de aumentar sus huestes.
Pudo doblegar a algunos reyes marroquíes hasta convertirlos en vasallos de su señor. Fue capaz también de recaudar impuestos a ciertas tribus a las que Abu Yusuf no había podía cobrarles.
Cuando el infante don Sancho se rebela contra su padre, el rey Alfonso, éste queda sólo en Sevilla y se ve en la necesidad de solicitar ayuda a Abu Yusuf, su gran enemigo. Para ello recurrió a su primo Alonso Pérez de Guzmán quién aceptó interceder ante el emir, obteniendo de él doblas de oro como socorro inicial.
Con el dinero y sus huestes se dirige a Sevilla donde el monarca le recibe cordialmente y concierta su casamiento en 1282 con María Alfonso Coronel (con la que tendría cinco hijos). Además de la dote de la novia, como regalo de bodas, le otorgó la villa de Alcalá de los Gazules.
Intenta, respaldado por el meriní, reconciliar a ambas partes desplazándose hasta Córdoba donde se encontraba don Sancho. Al no conseguir nada, el emir, Alonso y su esposa regresan a África.
En 1284 muere el rey Alfonso X y dos años más tarde Abu Yusuf, sucediéndole su hijo Abu Yacub. De todos era sabido el odio que éste último profesaba a los cristianos. Esta circunstancia lleva a Alonso Pérez a agudizar el ingenio y valiéndose de artimañas logró que tanto su esposa, como sus hijos y parte de la fortuna que había atesorado durante su estancia en África, regresaran a Sevilla.
El nuevo emir intentó librarse del castellano para lo que pensó en mandarle a cobrar impuestos con pocos hombres a una tribu la cual iba a ser recompensada generosamente si eliminaban a Alonso. Éste descubre la treta, y con la excusa de ir a defender Tánger, embarca en unas galeras castellanas y pasa junto a sus hombres a la Península en 1292.
Al rebelarse el infante don Juan contra su hermano el rey Sancho IV, es expulsado de la Corte. Se dirige a Portugal llevándose como paje al hijo mayor de Pérez de Guzmán, Pedro, pero allí no es aceptado y marcha a África donde se pone a las órdenes de Abu Yacub. Al prometerle que Tarifa pasaría a su poder, éste le puso al mando de un ejército de más de cinco mil hombres.
En 1294, pone cerco al castillo de Tarifa el Infante don Juan (que deseaba vengar agravios del rey de Castilla Sancho IV “el Bravo”), y allí protagonizó el famoso suceso por el que permitió que el enemigo sacrificase a su primogénito antes que rendir la Plaza. Don Juan quiso tentarle utilizando multitud de tretas, pero no consiguió nada. Quiso tomarla por la fuerza pero tampoco le fue posible por el sistema defensivo impuesto en la misma.
Desesperado por no poder cumplir la promesa hecha, llevó maniatado a Pedro Alonso hasta su padre, amenazando con degollarlo si no rendía Tarifa. Esta situación no amedrentó a Alonso ni le hizo flaquear en sus intenciones, respondiéndole que no entregaría la villa y que el mismo le daría el cuchillo para matar a su hijo.
La contestación enfureció tanto al príncipe que allí mismo le degolló, cortó la cabeza y la catapultó al castillo.
Como recompensa por este comportamiento en defensa de Tarifa recibió títulos y prerrogativas, como por ejemplo el monopolio sobre la pesca del atún en la costa andaluza en el tramo
comprendido entre Ayamonte y Gibraltar. Este privilegio sobre las almadrabas andaluzas fue defendido por sus sucesores durante siglos a capa y espada.
Así mismo Sancho IV en 1297 le concedió título de señorío territorial y jurisdiccional de Sanlúcar de Barrameda:
“Con su castillo, todos sus términos (incluidas Chipiona, Rota y Trebujena) y pertenencias, rentas y derechos y con todos los habitantes que en ese momento viviesen en el lugar o fueran a habitarlo en el futuro”
Le fue concedido también el ejercicio de la justicia en dicho territorio. Alonso Pérez de Guzmán falleció en la Sierra de Gaucín (Málaga) en septiembre de 1309.
El sobrenombre de “el Bueno” lo recibió acatando los deseos del rey Sancho IV, quién hallándose enfermo en Alcalá de Henares tras finalizar el mencionado cerco a Tarifa y al no poder salir a su encuentro, le escribió una misiva en la que le decía:
“Merecedes ser llamado el Bueno y ansí vos lo llamno y vos así vos llamaredes de aquí en adelante”
Tras su fallecimiento el señorío de Sanlúcar y otros títulos recayeron en su hijo Juan Alonso de Guzmán y Coronel y en quienes le fueron sucediendo a lo largo de los años hasta que en 1369 (también se apunta como fecha de concesión 1375) comienzan a ostentar el título de conde de Niebla, en la persona de Juan Pérez de Guzmán al contraer matrimonio con una de las hijas del rey Enrique II de Castilla.
Nieto del anterior fue Juan Alonso Pérez de Guzmán y Figueroa, III conde de Niebla quien a partir de 1445 y por merced del rey Juan II de Castilla (padre de Isabel la Católica), añadió también el ducado de Medina Sidonia.
La Casa de Medina Sidonia y Melilla
De los integrantes de este linaje, son tres los que tienen una relación más directa con Melilla en momentos distintos de su historia y por diferentes circunstancias.
El primero es sin duda Juan Alonso Pérez de Guzmán Mendoza y Rivera, tercer duque de Medina Sidonia, quinto de Niebla y segundo señor de Gibraltar. Nació en 1466 y casó en 1488 con Isabel de Velasco (hija del conde de Haro) y posteriormente en segundas nupcias con Leonor de Zúñiga. Tuvieron tres hijos falleciendo el duque en 1507 y su esposa en 1515.
Era hijo de Enrique Pérez de Guzmán y Meneses y de Leonor de Mendoza y Rivera. En un viaje realizado por los Reyes Católicos al sur, el Señor de Gibraltar les obsequió con una espléndida fiesta en Sanlúcar de Barrameda que tuvo como resultado el hecho de que al parir la Reina en Sevilla al futuro príncipe Juan, doña Leonor fue elegida para ser madrina de su vástago.
El que fuera cronista de la Casa de Medina Sidonia, Pedro Barrantes Maldonado dice del III duque de Medina Sidonia que además de conquistar, reedificar y poblar Melilla (en cuya empresa invirtió doce cuentos de maravedíes), participó también en la toma de Alora y Setenil. Fue por tanto el primero en ganar pueblos en África y abrir las puertas a otras conquistas como las de Cazaza, Trípoli, Mazalquivir y Orán.
Tras el regreso de Pedro de Estopiñán a Sanlúcar de Barramenda (a quién había encomendado la empresa de Melilla), el duque dio cuenta a los monarcas del éxito de la expedición y éstos decidieron señalar la cantidad de seis cuentos de maravedíes para contribuir al sostenimiento de la guarnición.
Pasadas varias décadas y siendo menor de edad el séptimo duque, Alonso Pérez de Guzmán y Manrique, su madre y tutora Leonor Manrique de Sotomayor renunció en 1556 a la tenencia de la plaza pues le resultaba muy costosa ya que la cantidad asignada por los Reyes Católicos (4 cuentos y 400.000 maravedíes y 4.800 fanegas de trigo) se había mantenido invariable con el paso del tiempo y mediado el siglo XVI, era insuficiente para su sostenimiento.
Habrá que esperar hasta los inicios del siglo XX para que otro titular de la Casa de Medina Sidonia vuelva a tener un papel destacado en la historia de Melilla; este es el caso del anteriormente mencionado Joaquín Álvarez de Toledo Caro, por ser quién autorizó a la Junta de Arbitrios de Melilla para utilizar el escudo de esta Casa Ducal.
La muerte de dos de sus hermanos propició el que llegara a encabezar la estirpe y ostentar así los títulos inherentes a la misma. Contrajo matrimonio con su prima Rosario Caro con la que tuvo cinco hijos; falleció en 1915.
Descripción heráldica
“Sobre campo de azur, en el centro del escudo, dos calderas jaqueladas en oro y gules, gringoladas de siete sierpes de sinople, puestas al palo. Muestra bordura de las armas reales de Castilla y León, de nueve piezas de gules con castillos de oro, alternadas con nueve piezas de plata.
En la parte superior o timbre sobre corona ducal, aparece en la cimera la figura de Guzmán el Bueno en actitud de lanzar un puñal con la mano derecha, desde el castillo de Tarifa. Como tenantes o soportes, las columnas del Estrecho de Hércules con la inscripción “Non Plus Ultra”
Tras el Castillo de Tarifa, la divisa, compuesta por una cinta alada con la leyenda “Praeferre Patriam Liberis Parentem Decet”.
Al pie del escudo y fuera de él, la figura tumbada de un dragón de sinople.”
Calderas.- Junto con otras vasijas como jarros y copas (utilizados para el manejo de vituallas) eran la marca de los ricohombres en España. Su origen está en el pendón y calderas que los Reyes entregaban a quienes consideraban Grandes del Reino. Como facultades tenían las de levantar y sostener tropas a sus expensas
En este caso aparecen jaqueladas, es decir divididas como un tablero de ajedrez (ajedrezadas) y gringoladas, recibiendo esta denominación toda pieza que acabe en cabeza de serpiente o sierpe.
En el escudo de Melilla figuran puestas al palo, es decir, situadas en el centro del mismo y colocadas una debajo de otra. Simboliza este animal la prudencia y la astucia.
Bordura.- Recibe este nombre la pieza situada siguiendo el contorno o borde del escudo y suele ocupar un sexto del mismo. Simboliza protección, favor y recompensa, así como la cota que vestían los caballeros para la guerra.
Aquí figuran dieciocho piezas de las armas reales de Castilla y León, divididas en nueve piezas de gules con castillos de oro, alternadas con otras nueve de piezas de plata. El castillo denota grandeza y poder mientras que el león simboliza el espíritu generoso del guerrero, al que hay que sumar otras cualidades como bravura, majestad, vigilancia, dominio y soberanía.
Columnas.- Como tenantes o soportes, las “Columnas de Hércules” con la inscripción “Non Plus Ultra”. Para Aristóteles, éstas se denomi-naron anteriormente de Briareo. El origen de su significado hay que buscarlo en la mitología clásica, según la cual Hércules había escrito esta leyenda o inscripción (no más allá), en las columnas que señalaban el fin del mundo en el extremo más occidental del mar Mediterráneo, pues existía la creencia de que no había nada más al otro lado. Estas construcciones estaban asentadas entre Calpe y Abilia, donde hoy se asientan Gibraltar y la ciudad de Ceuta, limitando el estrecho.
La Casa de Medina Sidonia, sigue pues, fiel a éste pasaje mitológico y la inscripción no varía, mientras que en el escudo de España se pierde la partícula “Non” a partir del reinado de Carlos I.
Ya sus abuelos, Isabel y Fernando, orgullosos de la hazaña llevada a cabo por Colón, que suponía la rotura de los límites del viejo mundo alcanzando un nuevo continente, hicieron acuñar una moneda, el real, (primera del ya reino unificado de España) en cuyo anverso figuraban las dos columnas con la inscripción “Plus Ultra”.
Cimera.- En el escudo aparecen también dos imágenes tanto en la parte superior o inferior que son alegóricas y se refieren a dos pasajes históricos de los Guzmán. El timbre o zona superior y sobre corona ducal, en la cimera la figura de Alonso Pérez de Guzmán, apodado “ el Bueno” en actitud de lanzar un puñal con la mano derecha, recordando con ello el sacrificio de su hijo a los pies del castillo de Tarifa por las tropas de Aben Yacub quien le solicitaba la rendición de ésta a cambio de la vida de su primogénito.
Por ello figura también la divisa, compuesta por una cinta alada con la leyenda “Praeferre Patriam Liberis Parentem Decet” (conviene anteponer la Patria a los hijos), alusiva al mismo pasaje histórico.
Dragón.- Otra de las imágenes que aparecen en el escudo de la Casa Ducal es la de un dragón en sinople con una lanza clavada en la boca. También está relacionada con el fundador del linaje de los Pérez de Guzmán. Para conocer esta historia, un tanto fantástica es preciso acudir a la Crónica de los Duques de Medina Sidonia realizada en 1561 por Pedro de Medina. Según este cronista, Alonso Pérez de Guzmán siendo muy joven se exilió voluntariamente de Castilla, debido a cierto conflicto acaecido en la Corte, y pasó a Marruecos donde entró al servicio del sultán Abu Yusuf y con posterioridad al de su hijo y sucesor Abu Yacub. Estando en Fez tuvo noticia de que una feroz sierpe vivía en un bosque cercano, el cual abandonó para llegar hasta las cercanías de la mencionada ciudad sembrado en terror en toda la comarca y causando estragos: devorando al ganado como asaltando y despedazando a los hombres.
Dado que nadie se atrevía a dar muerte a la fiera, el primer ministro Amir, aconsejó a su primo el rey de Fez, que encargase tal empresa a Alonso Pérez de Guzmán, (quién estaba al servicio del monarca) con la certeza que no volvería triunfante de la misma, pues era bien sabido que éste no veía con agrado la buena relación existente entre ambos ni el destacado papel que el castellano tenía en la Corte.
El monarca era reticente a dar esta orden, pero los rumores que corrían en palacio al respecto llegaron pronto a oídos de Alonso quien por su cuenta, sabedor de que el sultán no quería proponerle tal empresa, acompañado de su criado Gonzalo Sánchez, salió en busca de la sierpe. Por el camino encontró personas que pretendían hacerle desistir, aunque sin éxito hasta que se topó con el dragón que luchaba contra un león. Preparó sus armas y como pudo llamó la atención de la fiera qué dejando al otro animal, con la boca abierta se abalanzó contra el castellano; éste espero con valentía a que su enemigo estuviese a la distancia oportuna para devolverle el ataque con su lanza que entró directamente en la boca clavándose en lo más profundo del dragón, acabando de este modo con quien había estado sembrando reiteradamente el terror en la zona.
Tras la muerte del sultán Abu Yusuf, quién honró y distinguió al noble castellano, Alonso Pérez de Guzmán tuvo grandes problemas con su sucesor, receloso del prestigio y riquezas que éste poseía.
La situación le hizo plantearse el regreso a la Península. Al parecer para poder sacar su dinero de Marruecos, Guzmán el Bueno se vio obligado a llevar en su impedimenta varias cargas de higos en los que con anterioridad había introducido una dobla de oro en cada uno.
La noticia se propagó rápidamente tanto por África como por España lo que hizo que la fama de los Guzmanes se acrecentase.
Melilla y su escudo
A día de hoy son muchos los lugares de la ciudad donde puede verse representado el escudo. Además de estar en la fachada del Palacio de la Asamblea, también lo encontramos en el Casino Militar, Cámara de Comercio, Centro Asistencial, Plaza de Toros, Mercado del Real, etc, sin olvidar las dos representaciones del mencionado Guzmán el Bueno en la entrada del Parque Hernández por Plaza de España