Conociendo nuestro patrimonio Monumento a los héroes y mártires de las campañas

Ubicado en la parte central de la plaza de España, es obra del escultor melillense Juan López Merino. f

Descripción del monumento

Monumento de sillería compuesto por una fase de planta triangular en cuya parte trasera forma una composición de tres fuentes que representan la presencia de la historia de España en sus tres edades: Antigua, Media y Moderna. En esta base y en su parte delantera existen dos placas de bronce que representan a España como matrona llorando la pérdida de sus hijos muertos y ofreciendo en la otra la cultura y el progreso.

Delante del eje formado por el obelisco se sitúa una escultura de bronce que representa a un soldado español y a sus pies una leyenda grabada en la piedra que dice: “Melilla a los Héroes y Mártires de las Campañas”.

De este conjunto surge un obelisco prismático que alcanza los 15 metros de altura coronado por una imagen figurativa, una Victoria con alas en actitud de avanzar y que derrama laurel sobre el soldado que vuelve la cabeza mirando hacia el monte Gurugú escenario de la guerra. La Victoria pesa 4 toneladas, cien toneladas es el peso total de todo el monumento y el soldado de bronce 800 kilos. El soldado mide 2,45 y la Victoria 2,50 metros.

Adscripción estética

Este monumento se encuadra dentro de la tendencia Art. Decó, visiblemente especialmente en la estructura del conjunto, marcado por un claro eje vertical y por los rasgos de las esculturas, sobre todo la Victoria alada, que denota la característica vinculación con el movimiento de esta estética. Está inspirada en la fuente de Cajal del Retiro de Madrid, de Victorio Macho de 1927, combinando lo conmemorativo con la estructura arquitectónica.

Historia del monumento

Desde que se urbanizó la plaza de España en 1914, se albergaba la idea de construir un monumento en su parte central debido sobre todo a su privilegiada situación y ser un espacio realmente significativo.

En 1916 el general Monteverde acariciaba la idea de dotar al jardín de la plaza de España de un artístico monumento en armonía con la importancia de aquel lugar. Para ello, el escultor Emilio Satué presentó un boceto de monumento ese mismo año. El Telegrama del Rif recogía la idea de realizar una columna alta, ciclópea, que fuese distinguida desde lejos.

En 1921 el tema vuelve a la actualidad y el asunto de construir un monumento fue tratado en una sesión de la Junta de Fomento el 18 de marzo de ese año, meses antes del desastre de Annual. Los acontecimientos frenaron de nuevo la iniciativa.

El 12 de agosto de 1924, la hermana del general García Aldave solicitaba la instalación de un monumento para honrar la memoria de los que entregaron su vida en las Campañas de África, pero hubo alguna opinión contraria, puesto que se pensaba que ya existía un monumento conmemorativo similar en la denominada Cruz de Monte Arruit.

Se emprendió la iniciativa en muchos municipios españoles pero sólo se recogieron 25.000 pesetas. En noviembre de 1925 un afamado escultor de Madrid, Rafael Hidalgo de Caviedes, incluso se llegó a ofrecer para ejecutar el proyecto.

En 1926 vuelve de nuevo la idea de erigir un obelisco como homenaje al Ejército de África, esta vez en la entrada del parque Hernández, e incluso la prensa local hablaba de que se finalizaría rápidamente. La Junta de Arbitrios aprobó utilizar mármol de Macael, abrir una suscripción y una tómbola para recaudar fondos. Incluso una comisión determinó que su ubicación sería cerca de la puerta principal del parque, entre el cuadro de palmeras próximas al primer macizo vegetal.

El general Sanjurjo colocó la primera piedra del que sería monumento al Ejército de África el 16 de agosto de 1927, pero la obras se paralizarían de nuevo. El 19 de abril de 1928 la Junta Municipal creó una comisión liquidadora de todo lo realizado anteriormente, quedando un activo de 9.765,60 pesetas y diversas piezas de mármol labrado.

La Junta Municipal en 1930, activó de forma definitiva los trabajos de la mano de Cándido Lobera. Aprovechando parte de los materiales del otro proyecto se impulsó uno nuevo por un valor de 89.000 pesetas.

El 8 de abril de 1930 se redactan las bases de un concurso para erigir el monumento definitivo para rendir homenaje al Ejército y a la memoria de los españoles muertos en África y una comisión formada a tal efecto aprobó el día 9 de octubre de 1930 por unanimidad el proyecto del escultor melillense Juan López Merino, joven que cumplía 22 años el 1 de septiembre de 1931.

La escritura de la adjudicación se firmó el 5 de diciembre de 1930 y el arquitecto que dirigiría los trabajos arquitectónicos del monumento fue Manuel Diez Martínez. La piedra utilizada fue la caliza procedente de Novelda, y constaba de una victoria cincelada en la misma piedra.

Juan López Merino contó para la realización de este monumento con el asesoramiento del escultor Mariano Benlliure, siendo los fundidores del bronce Mir y Ferrero de Madrid, aunque figuraban inicialmente los señores Codina y hermanos.

En la memoria municipal consta que el escultor trabajó durante 8 meses a razón de 10 horas diarias, y que cedió su trabajo gratuitamente a la ciudad.

Se puede seguir la construcción del monumento a través de la prensa local, que lo asumió como hecho excepcional. El 20 de enero de 1931 en los trabajos de cimentación del monumento se encontraron con un antiguo puente de tres ojos de la antigua puerta del campo de Melilla.

En febrero se anunciaba que Merino había terminado la figura del soldado, y que estaban avanzados los bajorrelieves, y el 1 de abril llegaba a Melilla la piedra de Novelda.

Se inauguró el 6 de septiembre de 1931, con motivo de celebrarse la feria de ese año, para la ocasión hubo una gran parada militar y un desfile de las fuerzas, discursos del Alcalde socialista D. Antonio Díez Martín y del Comandante General D. Manuel Romerales Quintero. Bajo el himno de Riego se descubrió la escultura del soldado cubierta por la bandera tricolor.

En 1971 se encargó al famoso ingeniero catalán Carlos Buigas la realización de una fuente luminosa en la base del monumento.

[Bibliografía: Catálogo de monumentos y placas de la Ciudad Autónoma de Melilla. Varios autores. Fundación Melilla Ciudad Monumental.2007]

La inauguración en El Telegrama del Rif

No cabe duda que debió ser un gran acontecimiento en la ciudad. La noticia ocupó prácticamente la portada de aquel martes 8 de septiembre de 1931. He aquí parte de la información que sobre el acto fue publicada bajo el título El monumento a los héroes y mártires de las campañas:

Juanito López Merino

Este es el nombre del autor del proyecto, en colaboración con el arquitecto señor Díaz. No hubo dudas ni vacilaciones al elegir su obra, entre otras muchas presentadas al concurso. Si se hubiera dispuesto de mayor cantidad, podría haberse dado mayores proporciones al obelisco, escultura y bajos relieves.

El primero de Septiembre ha cumplido veintidós años. Nació en el número 2 de la calle Medina Sidonia, y a los seis años marchó con sus padres a Madrid.

Desde muy niño sintió la afición por la escultura. Teniendo doce años tropezó con un muchacho que modelaba y vendía por las calles madrileñas, figurillas de personalidades célebres y el fue su iniciador. Luchó con los autores de sus días, que querían siguiera una carrera; más al fin, comprendiendo sus aptitudes, lo encaminaron por esa senda en la que está llamado a conquistar grandes éxitos.

No gusta ser expositor; modestamente dice, que es muy pronto para concurrir a exposiciones, y además, crean éstas grandes enemistades y odios y él quiere tener muchos amigos.

Los colosos de la escultura señores Benlliure, Macho e Higueras, pidieron la beca que disfruta Se la concedió la Junta Municipal y renovará seguramente el Ayuntamiento, ampliándola para que pueda trasladarse a Roma.

Se ha creído en el caso de acudir a la Exposición melillense, por su condición de pensionado y por su amor a Melilla, sin ninguna otra finalidad.

En la ejecución del Monumento ha puesto toda su alma, trabajando durante ocho meses, diez, doce y hasta catorce horas labor extraordinaria, cedida con altruismo a la ciudad y en honor a la idea que simboliza.

Poco ducho en presupuestos se ha cogido los dedos, como vulgarmente se dice, porque ha introducido reformas y mejoras a las que no le obligaba el pliego de condiciones. Figuran, entre otras, al altura de catorce metros, en lugar de doce, mayor tamaño de las esculturas, uso de piedra levantina en vez de la local y muchas otras que elevan el coste, por lo que ha solicitado sean tenidas en cuenta, para poder atender a los compromisos adquiridos.

Tiene ansias, deseos grandes de estudiar, de aprender, de visitar museos y, sobre todo, la tierra del arte: Italia. Oyendo charlar a Juanito López Merino y examinando sus obras se adquiere el convencimiento de que llegará a la meta de sus aspiraciones y dará a Melilla, su patria chica, días de gloria.

Detalles del monumento

El autor ha huido de imprimirle aspecto funerario. Inspirándose en los antiguos valores del arte clásico, ha logrado despertar en sus contempladores la admiración que ofrece el hecho glorioso, y no la tristeza de la lucha.

En el obelisco central, de grandes masas, domina la verticalidad, dando al conjunto expresión de avance, por ser el avance de la civilización el fin del sacrificio de sus vidas.

Las tres tazas de fuente de la parte posterior, simbolizan la presencia de nuestra Historia con sus edades Antigua, Media y Moderna derramando bella corriente civilizadora entre el Pasado y el Futuro.

La figura del Soldado está basada en la figura moza de tipo español. El conjunto y el detalle escultórico dan sensación de fuerza y de grandeza, El capote que lo envuelve, tiene una simetría enérgica y sobria.

Como detalles más destacados, la cabeza joven y sencilla, reveladora de la tragedia de la guerra. Cara aguda, de sufrimiento, al par que inteligente, envejecida a primera vista: pero joven si se analiza. Las manos, tersas y férreas, denotan el agotamiento del ejercicio y la fatiga. En suma, un acierto grande.

Corona el obelisco, como si con sus grandes alas hubiera atravesado el espacio infinito, la estatua alegórica de la Victoria, lanzando un haz de laureles sobre aquel soldado, símbolo del Ejército de España que en actitud serena y briosa mira al Gurugú regado con sangre de nuestros hermanos.

Los relieves simbolizan la Matrona España, llorando en una parte la pérdida de sus hijos muertos en el campo de batalla y ofreciendo en la otra la Cultura y el Progreso a nuevas generaciones, representadas por niños, grupo de dificultad, vencida con acierto y talento como la colocación de términos y armonía de esos relieves.

La Victoria pesa cuatro toneladas, cien toda la piedra y el Soldado ochocientos kilos.

Cuantos admiramos de cerca el Monumento, hubieron de elogiarlo, felicitando al laureado escultor. El general García Boloix tuvo para él palabras muy gratas. El Alcalde hizo notar el rasgo generoso de no haber querido percibir más que el importe material del Monumento, prescindiendo de su labor.

Se impone suprimir dos palmeras del frente y dos del fondo que ocultan dos tercios del Monumento y le privan de vistosidad y de grandeza. Si no pueden trasladarse a la alineación de las escalinatas, tienen que ser sacrificadas. Al expresar este anhelo, nos hacemos eco de una opinión compartida por numerosos melillenses.

El acto brillantísimo de la inauguración

Son las seis de la tarde y es difícil abrirse paso por la Plaza de España. Las inmundas barracas, las chabolas indecorosas, baldón de estas fiestas, restan todo el sector oeste, afeando y reduciendo uno de los más amplios y bellos lugares de la ciudad.

Forman las tropas frente al Casino Militar, hasta la estación de Melilla Puerto, dando frente al Monumento. La cabeza de la compañía del Regimiento 41 a la altura de la primera farola. En línea de a tres, con intervalos cerrados, las fuerzas de Infantería y en columna de a cuatro las demás, a pie, Artillería y Caballería en línea.

Manda las fuerzas el coronel don Manuel García Álvarez, teniendo a sus órdenes al capitán de Estado Mayor señor Galdeano. Son: Compañía del 41,44 Tercio y Regulares número 5, con escuadra, banda y nuba, bajo el mando del teniente coronel señor Sánchez Canaluche.

Integran la segunda agrupación, secciones a pie de Ingenieros, Intendencia, Sanidad, Compañía de Mar y Aviación, a las órdenes del comandante de Ingenieros señor Arenas.

La tercera agrupación, una batería de 10.5 con Estandarte, escuadra y banda y un escuadrón de Regulares número 2 con escuadra y banda. Visten las tropas uniformes de diario y guantes blancos.

El Delegado Gubernativo, Alcalde con algunos concejales y varias representaciones de entidades, porque hubo no pocas omisiones de invitación, se agrupan al pie del Monumento y frente a ellos las comisiones militares y de Marina.

El General Jefe del territorio señor García Boloix, es recibido con los honores de ordenanza. Revista las tropas y se dirige al lugar de las comisiones. La plaza y calles adyacentes, están llenas de público y los balcones engalanados con la presencia de bellas damas.

Pronuncia el Alcalde un discurso de circunstancias y acto seguido, al toque de atención, las fuerzas presentan armas, interpretan bandas y músicas el himno de Riego, y la autoridad municipal descubre el Monumento, cubierto por la bandera tricolor.

La muchedumbre prorrumpe en vítores y aplausos, homenaje a los que dieron su vida por la Patria. El momento es de grandiosidad insuperable.

Allá desde el Cielo, donde moran esos españoles, agradecerían el homenaje y el minuto de silencio guardado en su memoria.

El General García Boloix, con las autoridades se sitúa a la altura del kiosko central y comienza el desfile por el siguiente orden: Fuerzas de Infantería, en línea, las demás a pié, en columna de a cuatro y los cuerpos montados también en columna.

Pasan los soldados con aire marcial, llamando poderosamente la atención el impecable vestuario y equipo y la alineación perfecta de hombres y caballos. Se paso por la Avenida de la República es acogido con aplausos cerrados. Los extranjeros, nuestros huéspedes, se adhieren al homenaje. Ha sido uno de los actos más emocionales y de mayor brillo que han tenido por teatro la Plaza de España.

De haberse ordenado el encendido de los focos, como otras veces en fiestas al lucir el alumbrado ordinario, hubiera tenido el magnífico desfile mayor lucimiento.

Este pequeño detalle no debe olvidarse, en las restantes fiestas vespertinas.

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