Conociendo nuestro patrimonio Parque Hernández (I)

Gracias a la iniciativa del que fuera comandante general de Melilla, general Venancio Hernández Fernández, Melilla cuenta con un maravilloso parque del que todos nos sentimos orgullosos.

Ubicado en pleno centro de la ciudad, en el Ensanche modernista, rodeado de edificios de gran belleza, es el más grande en extensión de todos los que hay en Melilla.

Para conocer con mayor amplitud la historia de este parque acudimos a la obra de los doctores Juan A. González y Carmen Enrique, Paseos botánicos por la ciudad de Melilla:

“El más antiguo del nuestros parques surgió de la idea de transformar la gran explanada por la que había discurrido el río de Oro, antes del inicio en 1872 de las obras para su desvío por el sur del Cerro de San Lorenzo, en un lugar de esparcimiento para la creciente población melillense.

Fue D. Venancio Hernández Fernández, llegado a Melilla como nuevo Comandante General en 1899 quien decidió, con una indudable visión de futuro, la transformación de un amplio terreno, sucio y desaprovechado, donde se vertían las tierras extraídas del nuevo cauce y se realizaban ejercicios militares, en un parque forestal provisto del un bello y variado conjunto de especies vegetales. Para ello contó con el sufragio económico de la Junta de Arbitrios, a la sazón órgano rector de la ciudad , de la que él asumió la Presidencia a finales de ese año 1899.

El proyecto corrió a cargo del ingeniero militar D. Vicente García del Campo, terminándose las obras en la primavera de 1902 fecha en la que fue inaugurado oficialmente en el Parque Hernández.

[El 18 de mayo fecha del cumpleaños del Rey se llevó a cabo el acto inaugural para ello se levantó un arco provisional con una inscripción que apenas tuvo perdurabilidad en el tiempo. Poco después se colocó una tabla de madera con el nombre del parque, también desaparecida. Por ello se solicitaba el que fuese colocada una columna que perpetuase el nombre y recuerdo del General],

Al poco de esta inauguración la superficie inicial se vio mermada en su lado occidental, que llegaba hasta la actual calle Reyes Católicos, debido a la construcción del barrio Alfonso XIII.

La idea original lo concebía como parque forestal a la manera de los existentes en otras ciudades españolas y europeas, de modo que se le dotó en una superficie anexa, en lo que hoy es la Avenida de la Democracia, de un vivero de germinación y aclimatación de especies que irían incrementando y enriqueciendo en diversidad los distintos parterres aún en construcción.

Este vivero fue trasladado en 1919 a la zona donde actualmente se encuentra el Instituto de Enseñanza Secundaria Leopoldo Queipo al cederse sus terrenos anteriores a la Junta de Obras del Puerto.

En los años que siguieron a su apertura el parque se fue urbanizando y se le fue dotando de atractivos jardines que poco a poco lo van constituyendo en el centro del ocio ciudadano, hasta que en 1906 una riada lo destruye casi en su totalidad y hubo que retomar las obras prácticamente desde cero.

[En 1906 Melilla sufrió varios temporales de considerables dimensiones en enero, marzo, septiembre y noviembre]

En 1907 se construye en el actual centro geométrico del parque un bello templete de música [las obras dieron comienzo durante el mes de agosto] y se erige por suscripción popular y a iniciativa de D. Cándido Lobera y El Telegrama del Rif, una farola conmemorativa en homenaje a D. Venancio Hernández, la cual ocupó en principio un lugar en el centro de la puerta principal del lado occidental, situándose actualmente cerca del ángulo al que mira la fachada principal de la Comandancia Militar.

La construcción de un depósito de agua en 1915, hoy reconvertido en palomar, facilitó las labores de cuidado, la construcción de surtidores y dio un impulso apreciable al desarrollo vegetativo de muchas de las especies de procedencia tropical.

[No fueron estas las únicas obras realizadas durante el citado año en el parque. Con el título de El Parque Hernández aparecía en El Telegrama del Rif de 11 de junio una breve explicación de lo que se estaba realizando en aquellos días:

“El público se retrae en estas tardes de primavera de acudir al Parque Hernández, por las obras de saneamiento y embellecimiento que allí se realizan para darle mayores atractivos. El General Villalba, deseoso de compaginar el recreo de los melillenses con la prosecución de los trabajos, ha tenido una idea muy feliz.

Desde la entrada hasta la rotonda de la música, donde las obras se ultiman, se asentará y arenará el piso, tanto del paseo central como de los laterales; el alumbrado sufrirá el necesario aumento y se habilitará provisionalmente una de las plazoletas laterales para la música, al objeto de que quede en el centro de esta parte.

El ingeniero señor Moreno Lázaro ha recibido órdenes para que proceda con toda urgencia a la reforma, a fin de que dentro de breves días se halle ultimada.

Las sillas se situarán a uno y otro lado de la rotonda de entrada, y a lo largo de la primera parte del paseo.

Como complemento de todo ello, se ha solicitado de la Comandancia General que por ahora toque la música desde las siete y media a las nueve menos cuarto.

Inútil decir cuanto agradecerán los melillenses esta solución, que llevará al Parque tanta gente como todos los veranos.”

El día 28 volvía a hablarse de las obras en el parque:

“Mejoras en el Parque

Cuando terminen las obras de embellecimiento del Parque Hernández, quedará ese hermoso lugar de recreo en condiciones capaces de satisfacer al más exigente.

El ingeniero señor Moreno Lázaro ultima el proyecto de riego a presión, por medio de cañerías y mangas, con lo que podrá irrigarse, no sólo el pie de árboles y arbustos, sino también sus copas y ramaje, medida que era muy necesaria.

En varios sitios se instalarán fuentes, que darán mayores encantos al Parque.

A estos efectos ha de construirse un gran depósito en el Vivero, que alimentará la vena de agua allí descubierta recientemente, y que ha satisfecho las necesidades del riego de la población.]

Al iniciarse las obras de la Plaza de España, en la antigua explanada de Santa Bárbara, se comprobó que la que habría de ser la entrada principal al parque, orientada a levante, desmerecía del nuevo entorno urbano. Por ello, la Junta de Arbitrios, acordó dotarla de una portada en consonancia que se terminó en 1914.[según proyecto del ingeniero José de la Gándara Cividanes. ]

Construida en compacta y blanca piedra caliza, destacan en ella las tres grandes puertas provistas de cancelas de hierro forjado y las dos torretas adornadas por escudos de la Casa de Medina Sidonia coronados por efigies de Guzmán el Bueno.

Junto a la portada se construyó un bar de bella factura modernista desgraciadamente desaparecido, que se unió a otras aportaciones, como el estanque de los patos y las pajareras.

[En El Telegrama del Rif de 1 de mayo de 1914 aparecía la siguiente nota referente al parque:

En la Junta de Arbitrrios. La subasta de la verja

Ayer mañana a las once, en la sala de juntas de la de Arbitrios de esta plaza, tuvo lugar la subasta pública para la construcción de las obras que comprende el proyecto de construcción de una verja de cerramiento en el Parque Hernández.

Presidió el acto, el General Villalba, asistiendo al mismo los vocales señores Montero y Fernández, y actuando de Secretario y Fernández, y actuando de Secretario el de nuestra Corporación municipal don Juan Muñoz.

Como asesores concurrieron los señores Fernández Capalleja y Gándara, asesor letrado e ingeniero, respectivamente, de la Junta.

También asistió para dar fe del acto, el Notario de esta Plaza don Roberto Cano.

A las once y media se cerró el plazo de admisión de pliegos. Después de la lectura del presentado, se hizo la concesión a don José Valdés Ruidiaz en 73.310 pesetas.

El precio límite era el del presupuesto de la obra, que asciende a a 73.310,70. Las obras comenzarán muy en breve.

En 1918 se terminó al cerramiento perimetral, compuesto por un murete de metro y medio de altura, salpicado de pilares unidos por una verja férrea que alcanza una altura cercana a los tres metros. Grandes puertas en los centros de los otros tres lados y otras cuatro más pequeñas aseguraban el tránsito ciudadano a través del recinto.

En el período 1927-1930 las mejoras son notables. Surgen los artísticos peristilos o pérgolas de las dos rotondas laterales del paseo principal norte-sur, se suprimen algunos pequeños caminos y se pavimentan los principales. Desaparecen algunos antiestéticos quioscos, autorizándose sólo dos, bien montados, en la zona media de la mitad oriental del parque.

Se invierte en nuevas conducciones de aguas, en los viveros de plantas, en plantas y herramientas. Y en los bajos del templete de música se da albergue a un pequeño Museo Arqueológico que pronto, con la llegada de la República se trasladará a la Puerta de la Marina, ocupando el local una biblioteca popular.

Al inicio de la década de los años 30 el parque sufre su última mutilación superficial que lo redujo a las 4 hectáreas actuales, al suprimirse la doble semirrrotonda en media luna que sobresalía de su lado oeste en lo que hoy es la calle Luis de Sotomayor.

Tras la guerra civil el Parque Hernández volvió a ser el paseo preferido por la ciudadanía melillense y el centro neurálgico de las actividades lúdicas y festivas de la ciudad, contando con la presencia de bares con terrazas donde frecuentemente se desarrollaban veladas musicales.

Pero, poco a poco, con los cambios en los hábitos lúdicos que surgen en la sociedad española a finales de los 60 e inicios de los 70 el parque entra en una larga etapa de decadencia y desarraigo social de la que actualmente se intenta recuperar, pese a los escasos trabajos de mantenimiento que desarrollan una limitada plantilla de jardineros y la agresión anual que ha representado durante décadas el montaje de las casetas de la feria de la ciudad.

De la vegetación primigenia, traída a Melilla en los inicios del siglo XX, han desaparecido hileras de árboles de hoja caduca, entre ellos los plátanos de paseo que nos muestran las fotografías de la época, conservándose el palmeral, con algo más de 200 palmas de las 400 que originariamente se instalaron.

Esto último es lo que indudablemente da carácter propio a nuestro parque más antiguo, con un predominio importante de “palmeras canarias” (Phoenix canariensis), palmeras datileras (Phoenix dctilífera) y washingtonias (Washingtonia filífera et Washingtonia robusta). El conjunto de estas últimas, que jalonan en dos hileras el estanque alargado que imita al del Generalife granadino, forma sin duda uno de los grupos más bellos de su especie en España. También de la primera época son las grandes araucarias (Araucaria hterophylla) y ficus (Ficus microcarpa et Ficus macrophylla), destacando en el primer caso la del jardín ovalado del extremo oriental y en el segundo el situado a las puertas de la hoy en desuso ludoteca y biblioteca infantil, perteneciente a la especie citada en último lugar.

Mención especial merece el ejemplar de drago (Dracaena drago) ubicado junto al comentado estanque, con una altura y un porte simétrico de difícil parangón en parques peninsulares.

Otras plantas reseñables son los pinos canarios (Pinus canariensis) del parque infantil, las yucas gigantes (Yuca elephantipes), las cicas (Cycas revoluta), las buganvillas (Buganvillea spectabilis) de las pérgolas del paseo trasversal y algún ejemplo aislado de otras especies de palmas, pinos, cipreses, etc.

Además adonan el Parque Hernández un bonito templete de música, dos nuevos quioscos recubiertos de azulejos sevillanos y las efigies de Lope de Vega, Félix Rodríguez de la Fuente, Miguel Fernández, poeta melillense premio Nacional de Literatura en 1977 y Francisco José Aguilar, teniente legionario muerto en Mostar en 2001 cumpliendo labores humanitarias.

En abril de 2007 coincidiendo con la celebración en Melilla del XXXIV Congreso de Parques y Jardines, auspiciado por la UNESCO y a propuesta del Consejo de Gobierno, al Parque Hernández se le concedió la distinción de “Parque Histórico”, lo que ha quedado recogido en una placa situada a la entrada en la Plaza de España.

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